Feliz fiesta de LOS REYES MAGOS
Con cariño les comparto esta bonita reflexion de P. Denis Gagnon.
Leyendo en el Evangelio de San Mateo, ¿qué significa para nosotros en el año 2013, la visita de los Magos al pesebre?
Estos viajeros son magos. Es probable que sean científicos que observan la naturaleza, para descubrir las leyes, escudriñando el cielo en busca de estrellas. Pueden ser astrólogos que tratan de desentrañar el misterio de los fenómenos naturales. El trabajo científico los puso en el camino en busca de un rey que ha nacido. No es la fe lo que los hace iniciar el viaje, sino la curiosidad: desean ver a un bebé que promete ser un gran rey.
A veces, la aventura de la fe no comienza en la fe, pero en la curiosidad, el cuestionamiento, en busca de la verdad. Estamos en busca de ... Sabemos muchas cosas, tenemos el conocimiento, pero queremos ir más allá. Queremos descubrir los misterios de la naturaleza. ¿Qué es? ¿Quién soy yo? ¿Qué es la verdad? Que oculta esta verdad que busco? Y con "¿qué? " llegamos al " ¿Por qué? ". Queremos saber por qué las cosas existen. ¿Por qué voy a vivir? ¿Cuáles son mis razones para vivir? Todas estas preguntas nos hacemos, como los Magos del Evangelio.
Los magos son guiados por una estrella, una estrella joven que ha aparecido a ellos por primera vez. Es frágil una estrella en el telescopio de astrónomo. Una nube puede hacerla desaparecer. No se pueden ver las estrellas que por la noche. Nos gustaría llegar al gran día. Pero al mediodía, con el sol, las estrellas se pierden. Para seguir las estrellas, es preciso consentir a estar en la noche, dispuestos a vivir en las sombras, en la oscuridad.
La búsqueda de la verdad, la búsqueda del conocimiento nos obligan a aceptar la privación de la luz. La verdad requiere una investigación a través de la creencia, de un proceso. No sé, pero estoy buscando: en la noche, creo que el amanecer vendrá, creo que al mediodía pueden existir. Y yo busco.
Los magos han conocido en su ruta a gente de Jerusalén. Encontraron un rey, Herodes, que desconfiaba. También encontraron otros sabios, clérigos que conocían mucho acerca del Mesías y de Dios, pero que no se dejan tocar por lo que sabían.
A veces, tal vez a menudo, nos encontramos con personas que conocen la verdad, pero permanecen indiferentes. La luz no los deslumbra. Dicen la verdad, hablan de Dios, pero permanecen fríos, sin emoción.
Hemos tenido una experiencia así en un momento u otro de nuestras vidas. Yo lo llamo: la fe de costumbre. Me hablan de Dios como se habla de la lluvia y el buen tiempo. No estoy realmente consciente de la buena nueva de la atención y presencia de Dios en mi vida. La estrella de la fe no me ha puesto en marcha como a los magos. Soy como los sumos sacerdotes y los escribas de Israel: miro pasar las caravanas sin ponerme en ruta.
Los magos, caminaron. Continuaron su viaje a pesar de la indiferencia de los demás. Y llegaron al niño y a su madre María. Habían ido en busca de un gran hombre, un rey.
Al final del camino se encuentran frente a una familia pobre, un bebé muy común.
Los magos experimentaron una gran alegría. Cayeron de rodillas y adoraron al niño, como se hace delante de Dios. El viaje ha afinado sus miradas. Poco a poco, renunciaron a sus grandes sueños prodigiosos. Sin deslumbramiento, sin éxtasis místico, sin experiencia excepcional, conocieron a Dios, pero a Dios despojado como sus propios ojos, Dios pobre como una familia en la pobreza, Dios frágil como un bebé que acaba de nacer, Dios irrazonable como ese fabuloso viaje que merecía más pompa y esplendor. Y los magos han aceptado a la fragilidad de Dios en su presencia. Aceptaron vivir su fe en la desnudez y la pobreza.
Y los Magos nos dicen, 2000 años más tarde: "Ve, comienza tu ruta en busca de Dios. En el camino, déjate desestabilizar. Renuncia a algunos de tus sueños, de tus certezas. Acepta encontrarte con Dios en toda su fragilidad y en tu propia debilidad.`'
Los magos experimentaron una gran alegría. Cayeron de rodillas y adoraron al niño, como se hace delante de Dios. El viaje ha afinado sus miradas. Poco a poco, renunciaron a sus grandes sueños prodigiosos. Sin deslumbramiento, sin éxtasis místico, sin experiencia excepcional, conocieron a Dios, pero a Dios despojado como sus propios ojos, Dios pobre como una familia en la pobreza, Dios frágil como un bebé que acaba de nacer, Dios irrazonable como ese fabuloso viaje que merecía más pompa y esplendor. Y los magos han aceptado a la fragilidad de Dios en su presencia. Aceptaron vivir su fe en la desnudez y la pobreza.
Y los Magos nos dicen, 2000 años más tarde: "Ve, comienza tu ruta en busca de Dios. En el camino, déjate desestabilizar. Renuncia a algunos de tus sueños, de tus certezas. Acepta encontrarte con Dios en toda su fragilidad y en tu propia debilidad.`'
Sor Irma Ramirez

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